martes, 18 de noviembre de 2008

Puntos a tratar en el debate 18.11.08

Idea, Concepto y Proceso en la Creación Estética II Grupo B 


Puntos a tratar en el debate:


Texto 1: La deshumanización del arte, Ortega y Gasset


El arte nuevo es impopular:


Todo arte joven es impopular en virtud de su destino esencial, tiene a la masa en contra suya y la tendrá siempre, no es cuestión de tiempo,  es un arte antipopular. Divide al público en dos partes antagónicas,  una mayoritaria que al no entenderlo, lo desprecia y una reducida que lo aprecia. Está destinado para esta minoría especialmente dotada por eso la masa se siente ofendida en sus derechos de hombres, por ser un arte de privilegio que no llegan a comprender. La masa cocea y no entiende, intentemos nosotros hacer lo inverso. El arte nuevo contribuye a que los mejores se reconozcan entre la masa y aprendan la misión de ser pocos y tener que enfrentarse a los muchos, la sociedad volverá a organizarse entre hombres distinguidos y hombres vulgares.


  El arte nuevo se entiende, no se siente:


Para la mayoría de la gente el goce estético no es una actitud espiritual muy diferente a la que habitualmente adopta en su día a día. Llamará arte al conjunto de medios por los cuales es proporcionado ese contacto con cosas humanas interesantes porque no conoce otra actitud ante los objetos que la práctica, que les lleva a apasionarse e intervenir sentimentalmente en ellos. Sin embargo esa ocupación con lo humano es incompatible con el goce estético porque si acomodamos la percepción espiritual a los dramas humanos no veremos la obra ya que una visión excluye a la otra. El objeto artístico solo es artístico en la medida que no es real. El retrato y el retratado son objetos distintos, uno es arte, el otro solo extracto de vida.

Para que un hecho se convierta en objeto de contemplación debemos separarlo de nosotros para que deje de formar parte viva de nuestro ser. Hay que ver, no que vivir las obras, ir de la realidad vivida a la realidad contemplada objetivando el suceso. Máximo de distancia y mínimo de intervención sentimental. El placer estético tiene que ser un placer inteligente, consciente, que vive de su motivación y parece fluir del objeto al sujeto. 


El arte nuevo es una puerta hacia el arte verdadero:


El arte nuevo es una puerta hacia el arte verdadero, al arte puro. Este está purificándose eliminando progresivamente los elementos demasiado humanos. Cuando este contenido humano sea imperceptible tendremos un objeto que solo será percibido por quien posea ese don particular de la sensibilidad artística. Un arte artístico y para artistas. La nueva inspiración vuelve a tocar el camino real del arte, posee voluntad de estilo. Estilizar implica deformar lo real, el realismo que sigue dócilmente la forma de las cosas invita a no tener estilo. El arte nuevo es autónomo, trata de eliminar la realidad y ser arte por si mismo, invirtiendo el proceso estético. Al gran público le irrita que le engañen y no sabe complacerse en el delicioso fraude del arte, tanto más exquisito cuanto mejor se manifieste su textura fraudulenta.

 


El arte nuevo es un arte para artistas:


Existe una nueva sensibilidad estética cuya nota más genérica es la tendencia a deshumanizar. Se deforma la realidad para romper su aspecto humano, de realidad vivida, eliminando las referencias y dejándonos encerrado en un universo de díficil comprensión. Al crear e inventar actos inéditos que sean adecuados a aquellas figuras insólitas llegaremos a la comprensión y el goce artístico. Los sentimientos y pasiones serán  específicamente estéticos. El placer estético para el artista nuevo emana del triunfo sobre lo humano. Destruir el aspecto humano, pintar un hombre que se parezca lo menos posible a un hombre. 

 Ser artista consiste en no tomar en serio al hombre tan serio que somos cuando no somos artistas.



El arte nuevo es intrascendental:


Al alcanzar una forma su máximo se inicia su conversión en lo contrario. Hoy casi está hecho el perfil del arte nuevo con puras negaciones del arte viejo, el artista joven producirá una obra distinta dándole voluptuosamente un carácter agresivo contra las normas prestigiosas. Se plantea la cuestión de que si arte es lo que se ha hecho hasta ahora, ¿ir contra la tradición será ir contra el arte en si mismo? Existe una contradición, el arte nuevo es un arte de índole equíboca, como los grandes hechos de estos años en curso. La contradicción se conpensa en el rencón al arte serio y amor al arte como farsa, que triunfa sobre si mismo.

El arte de antes era muy serio, pretendía casi salvar a la raza humana. La nueva inspiración es siempre cómica, no el contenido de la obra, sino el arte mismo se hace broma. Se va al arte porque se le reconoce como farsa, es la burla de si mismo. No pretende competir ni tener el mismo tipo  de admiración patética que el arte serio del pasado. 

El nuevo creador verá el arte como intrascendente porque no tiene importancia grave, ha cambiado su posición en la jerarquía de las preocupaciones e intereses humanos y se ha hecho distante y secundario. Al vacíarse el arte de patetismo humano queda sin trascendencia alguna, como solo arte, sin más pretensión. Si el arte salva al hombre es por que le salva de la seriedad de la vida.



Texto 2:


Imperialismo artístico:


Entre 1945 y 1970 tres generaciones de pintores y escultores, el florecimiento de la escuela de Nueva York, despojaron a Europa de su centralismo. 1ª Expresionistas abstractos (Pollock, De Kooning, Rothko,etc), 2ª pintores más jóvenes de los que se decía que dependería la pintura como arte superior (Noland, Olitski, Frankenthaler y Louis) y 3ª hombres y mujeres más jóvenes de principio de los setenta (Johns y Rauschenberg, Oldenburg, Warhol, Stella, Serra, etc...). Aún así este periodo no podría rivalizar con los años 1870-1914 en París.

Europa debía ser superada. Creían que Nueva York marcaría las prácticas culturales de todo el mundo por el convencimiento narcisista de que toda la gente aspiraba a la condición de americano, y por tanto los temas estéticos neoyorquinos podían ser transferidos a cualquier parte. El expresionismo abstracto  era un estilo mundial obligado. La revista Artnews resaltaba en exceso las cualidades y virtudes de los artistas americanos. Eran tan concluyentes que reprimían cualquier oposición estética. Era difícil para los jóvenes o no iniciados rechazar, tendían a asumir que su falta de preparación o estupidez no les permitía comprender. Así, miles de personas vinculadas con el arte en todo el mundo actuaba de este modo a mediados de los 70, resignados a una situación imperialista. La periferia suspira por la seguridad del centro, las imágenes modernas tienden a la normalización desde el centro hacía afuera. Las colecciones de arte moderno tardío pueden incluirse casi todas en el mismo menú turístico. 

En los ochenta Nueva York perdió su primacía como centro de arte y comenzó su declive vinculado con la extraordinaria decadencia de la vida pública americana y con la pérdida de talento en el campo de la pintura y la escultura, motivado por un declive general en los niveles educacionales. La diferencia del imperialismo actual, en vez de ser de lugar, es un imperialismo de mercado que opera internacionalmente. Hoy Nueva York es un centro artístico más, pero que basa su centralismo en el mercado. 



Aprendizaje del arte:


Durante casi un cuarto de siglo, sobretodo en Estados  Unidos, la enseñanza del arte moderno a planteado que los valores acádemicos, la transmisión de las disciplinas basadas en el dibujo de un modelo vivo y los motivos naturales, son contrarias a la creatividad.

Sus clases de arte en los sesenta y setenta tendieron a convertirse en parvularios, donde no transmitían habilidades de pintura y escultura sino que su objetivo era producir personalidades realizadas, algo en lo que nadie podía fallar. Era más fácil para los maestros dejar que sus alumnos hicieran lo que les apeteciera. 

La anexión de la enseñanza artística a las universidades, poniendo la teoría por encima de la práctica y la realización, provocó un vuelco exagerado a lo conceptual que contribuyó a la decadencia de la tradición. Este camino hacia lo incorpóreo también se debe a que durante el último cuarto de siglo, las diapositivas y no los originales, han sido la principal fuente de contacto de los estudiantes con el arte.  Clave Gray escribió en el Partisan Review: 

Las diapositivas y las reproducciones han reducido, incluso acabado, con la noción de unicidad y la escala particular de las obras de arte, con su presencia física. 

Solo vemos la imagen de una imagen, una parodia visual. Todas sufren la misma abstracción, la misma pérdida de presencia. Pierden uno de los factores esenciales de la experiencia estética, el tamaño de la obra respecto a nosotros, su escala. No nos permite sentir el proceso de realización, nos muestra la imagen sin comunicar la idea auténtica de su esencia pictórica.  



Impacto de la televisión:


Debido a que los medios audiovisuales de masas apenas existían en el mundo de nuestros abuelos la escultura y la pintura tenían mayor peso, continuaba suministrado los códigos visuales por los que se podía interpretar el mundo. La propia idea de cambio radical en las artes adquirió ímpetu a partir de su primacía tradicional y lo perdió al perder esta, la pintura ya no es nuestro índice de lo real. Después de los cuarenta y cinco la tele en los Estados Unidos se convertirá en un hipnótico medio masivo. En 1989, el americano medio ha pasado la mitad de su vida consciente delante del televisor. El poder de esta va más allá de cualquier cosa que las bellas artes hayan deseado o conseguido jamás. Las redes de televisión americana vacían al mundo de significado, hacen que la realidad parezca aburrida, lenta y evitable. Ofrecen un mundo de estereotipos, demasiado autoritarios como par que la imaginación pueda desarrollarse o cambiar.

Los artistas modernos se han sentido fascinados, desde hace mucho tiempo, por los medios de comunicación de masas. Warhol dio el paso y la siguiente generación de artistas americanos le siguieron en masa. No cabía en la imaginación una tradición de las bellas artes que no estuviera a la sombra del televisor, una nueva, despreocupada y peculiar forma de pensar surgía; la naturaleza está muerta, la cultura lo es todo. Pero este viaje no valió la pena, las fuentes de comunicación de masas se han convertido en un callejón sin salida para el arte. Combinado con la abstracción de la enseñanza artística institucionalizada para producir una cultura artística volcada hacia la información y no hacia la experiencia. El arte de los ochenta se basa en una cultura entregada a lo superficial, puro estilo y nada de sustancia. Una forma híbrida de conceptualismo de corto alcance que intenta ser espectáculo, exceptuando el trabajo basado en los medios de Cindy Sherman. 



Mercado del arte:


Hoy no hay ni un gran artista que trabaje en Nueva York, su capacidad para inspirar un buen arte nuevo y protegerlo de una manera sana, se ha reducido en gran medida. Las presiones económicas en el mercado inmobiliario privan a los artistas jóvenes de locales, viéndose obligados a buscar nuevos espacios por la periferia y tomar el tren para ir a ver las exposiciones. Nueva York ha seguido adelante como una inmensa bolsa donde se comercia todo tipo de arte a precios cada vez mayores. Su centralismo actual se basa en el mercado y este no tiene nada que ver con la actividad cultural. Tanto es así que no existe en los Estados Unidos una institución cultural que no esté vinculada al mercado. El mercado del arte de hoy está dirigido casi completamente por especuladores financieros, víctimas de la moda y ricos ignorantes. El conocimiento no es más que una traba a su progreso. El objetivo del mercado es borrar todos los valores que puedan impedir que cualquier cosa se convierta en una obra maestra.

En los ochenta se ha generado en Nueva York más riqueza en papel que en cualquier otra ciudad y época en la historia de la humanidad. Transformaron el mundo del arte en industria del arte, con beneficios inmensos y ninguna norma. ¿Cuál es el valor de un cuadro? Están hinchando una burbuja de hiperinflación que acabará por reventar. 

Hemos llegado a dar por sentado que el arte debe tener unos precios de locura. A pesar de que el arte siempre ha sido un lujo pierde su valor inherente y su uso social cuando solo es considerado como tal, colapsando los matices del significado y la experiencia visual bajo el peso brutal del precio. Distorsiona las bases de la reacción de la gente ante las obras, desgraciada confusión entre precio y valor.Una cultura destrozada por su propia comercialización, un desastre para la vida pública del arte.

Los museos tienen un sentimiento de despojo y debilidad, las asignaciones anuales antes suficientes se quedan en nada ante esta inflación artística que limita la calidad y la cantidad de adquisiciones. Además las reformas de las leyes fiscales estadounidenses, invalidando la exención de impuestos a través de las donaciones, que era la base del crecimiento de los museos, contribuyen a este    empobrecimiento de la experiencia pública del arte.

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